Mercedes
Masriera; "Valdanzuelo"
... El que se trate de una tradición cuyo
protagonismo es asumido principalmente por los mozos, y el que se trate
de una oveja machorra* hace
pensar en una mofa, en una burla hacia las mozas en edad casadera y su
permanencia sin embargo entre la soltería. Estaba mal visto que dicho
estado se produjese habiendo mozos solteros en la población. Al fin y
al cabo destino marcado de la mujer era casarse y procrear.
*
Una oveja que "se ha quedado machorra"
es aquella que no ha tenido descendencia. Era poco
comprensible para aquel tiempo que una oveja no fuera
capaz de tener su ciclo reproductor y la simplicidad
hacía explicar la ausencia de corderos de este modo. A
buen seguro, que el término fue aplicado en más de una
ocasión en forma de cruel burla a más de una mujer que
decidiera "mejor sola que mal acompañada..." |
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La festividad transcurre:
Por la noche, la víspera del día de Todos los Santos, los mozos corren
la machorra por todas las calles del pueblo, a ésta, previamente se le
ha dispuesto con toda una serie de peculiares atuendos, principalmente
cencerros y es perseguida por los mencionados mozos. La oveja, cansada,
presionada, agobiada, diría yo, cae en manos de sus perseguidores o
bien se pierde aprovechando la oscuridad de la noche.
Finalmente, el animal es sacrificado y se guisaba para la hora del
almuerzo, la comida y la cena del día siguiente, por supuesto para los
mozos que habían participado en el evento.
En el terreno familiar, las familias se reunían para concelebrar una
cena, pasar el rato y honrar a sus muertos. Si
la credulidad ya era importante de manera habitual, en una noche como
ésta, la disposición favorable a ver fantasmas y apariciones crecía
notablemente, de este modo y según rezaba la tradición... ...Las
ánimas hacían presencia inmediatamente después de caer la noche.
Los niños ya no danzaban de un lado para otro por no toparse con los
espíritus. El purgatorio andaba revuelto y sediento de ánimas... ...
En este estado de temor y desafiando "los peligros", los mozos
salían en la oscuridad de la noche. Momento en que se acentuaba más
aún el misterio y el miedo que impregnaban el ambiente. Se dividían en
dos grupos y recorrían todas las casas cantando y rezando, y los
presentes acudían a recibir a la comitiva. Se cerraba la puerta y
seguidamente se rezaba por las obligaciones de la familia, sin embargo,
el canto no se realizaba si la muerte de algún familiar había sido
reciente. La oración consistía en un Padrenuestro y en un Ave María.
Una campanilla indicaba su fin y nuevamente el silencio de la noche
regresaba. Se abría entonces la puerta y eran invitados a tomar un
trago de vino.
El alcalde recogía la limosna que guardaba en las alforjas y al
finalizar el recorrido se reunían en la casa del cura o en la puerta de
la iglesia, donde los dos grupos rezaban juntos. Lo recolectado se
entrega al sacerdote, quien una parte lo entregaba a sus colaboradores.
El resto se destinaba a una misa para los difuntos.
A esta misa en honor de los difuntos estaban todos obligados a ir e
incumplir esta obligación, sin un motivo muy bien justificado,
implicaba el pago de una multa. De todas formas, el recordatorio de los
difuntos se hacía patente domingo tras domingo en la homilía de la
misa, siempre a cambio de una media de trigo el cura ofrece esta
dedicatoria. ...Con ello, la
obligatoriedad de llevar el consabido luto que debía ser una práctica
inexorable y drástica. No tanto porque con él tuviera que expresarse
el verdadero dolor por la pérdida del ser querido, sino porque
era una forma de que lo supieran los demás... En
aquel tiempo en el que "el qué dirán" contaba incluso más
que una sentencia judicial, no bastaba con sentir ese amargo dolor por
la pérdida de un ser cercano, había que demostrarlo. Al dolor se le
sumaba la pena de tener que hacerlo manifiesto y visible, todo con tal
de que no pudieran decir que no se había sufrido por esa muerte. Lo
peor es que se condenaba a los vivos a una muerte en vida, a no sentir
alegría durante meses o años, pero muchísimo menos mostrarla en
público. Probablemente, el "no respetar el luto" era una de
las cosas peor vistas y más dignas de comentarios y críticas ...
Así el luto debía llevarse por lo menos un año, o dos y
el tercero de
"alivio luto", incluso
había quien ya lo portaba de por vida. La verdad es que el dolor y la
pena iban por dentro, pero no podía obviarse la pena externa. Así
aquellas panas negras, calzas o medias también negras, calzado negro,
sayas y batas negras las mujeres o aquellas camisas blancas con botones
negros o rayadas en negro los hombres. La mantilla, el velo o gasas
negras, convertían a las mujeres en figuras absolutamente oscuras de
pies a cabeza.
Los tiempos de luto no podían acortarse y eran del todo
"reglamentarios". Aunque quizá lo más curioso radica en
otras costumbres tales como tener la puerta de casa a medio abrir o
cerrada completamente... No resulta
difícil imaginar un comentario como el que sigue; "Hay que ver la
Julita, no hace ni dos meses que se le ha muerto el marido y ahí tiene
la puerta de par en par, ¿a quién estará esperando ya para tenerla
así?"... la retirada de
tiestos y macetas de las ventanas, ir al lavadero de noche, andar por
las calles del pueblo dando un rodeo solo para no pisar la plaza y otros
lugares muy poblados de gente, se debía hablar bajo tanto fuera como
dentro de la casa, no ir al mercado y menos aún hacer algún viaje.
Prácticas de lo más asombrosas hoy día, cuyo incumplimiento llenaba
de chismes la población y resultaba infinitamente mal visto...
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