el Jabón de sosa

 

Había que mirar alrededor, antes costaba mucho tirar algo, pues todo era susceptible de ser aprovechado. Hoy día no lo miramos tanto, encontramos a nuestro alcance productos de todo tipo que los demás se encargan de fabricarnos y vendernos a un precio "asequible". Sin embargo, no hace tanto que ni las mercancías manufacturadas abundaban, ni las comunicaciones permitían un abastecimiento lo suficientemente importante como para aprovisionarse de productos de primera necesidad en todo momento.

   

 De aquel afán de ahorrar dinero y de aquel otro surgido de la necesidad de paliar la escasez de productos y distribución, probablemente surgió el jabón de sosa. También interviene el hecho, de que fabricar uno mismo los productos que le son necesarios, produce una notable e indudable satisfacción. Nos hace más independientes.
   
   El jabón de sosa
Si intentáramos contar a alguien que jamás ha fabricado jabón, el modo de hacerlo, quizá lo más inadecuado sería llevarle hasta el cajón o barreño en donde guardamos el material necesario para ello . Nadie en su sano juicio, sería capaz de deducir que de dichos materiales de desecho puede salir algo cuya función sea la de limpiar.
Normalmente las mujeres, se encargaban de ir acumulando toda clase de desperdicios grasientos en orden a elaborar después el jabón. Valía por ejemplo, el aceite sobrante de
El allar del que se colgaba el caldero.varios refritos que se acumulaba en tarros o cántaros, también se utilizaba el sebo rancio, la grasa o tocino que no se hubiera utilizado en ningún otro menester y que hallaba su fin en el de proporcionar un producto de limpieza.
Se disponía un caldero, normalmente se hacía bastante cantidad, con lo que el caldero utilizado resultaba bastante grande. Este caldero se colocaba en la mayoría de las ocasiones, colgado por una recia cadena sobre el fuego de la cocina o chimenea. En su interior se vertían los aceites sobrantes y los distintos trozos de sebo o grasa acumulados, también se vertía agua a la mezcla. El aceite se había previamente colado para limpiarlo de restos orgánicos.
Se iba calentando toda esa mezcla y después se vertía sobre ella la sosa cáustica. En principio, la mezcla debía hacerse a partes iguales de agua y grasa y por cada 12 kilos de esta mixtura correspondía 1 kilo de sosa. Sin embargo, la experiencia llevaba a hacerlo todo a ojo sin mucha medida exacta.
Al introducir la sosa en el caldero debía tenerse cuidado para que no salpicara, para que no rebasara el jabón líquido los bordes del recipiente y con los gases que pudiera expeler la mezcla.
Resultaba importante remover y cómo se hacía.Con un palo largo se daba vueltas y vueltas a aquel mejunje, siempre en la misma dirección. Era este un momento delicado, ya que el preparado podía echarse a perder si no ligaba convenientemente y se cortaba, quedando grumos y pegotes que ya no se deshacían. De nuevo la experiencia indicaba en qué momento se lograba la consistencia y textura adecuada. Se obtenía una cremosidad y un color más bien tostado, fruto de que todos los componentes habían emulsionado y mezclado correctamente. No queda constancia de que a nadie se le ocurriera en Valdanzuelo, pero este era el momento en que se podía añadir a la mezcla un aroma, como hubiera sido esencia de espliego por ejemplo, lo que habría dado al jabón ese "olor a limpio" típico de armarios y ajuares.
Conseguida esa consistencia, a veces después de un par de horas de remover, se tenía dispuesto un recipiente que recibiría la mezcla. Un cajón de madera con una tela cubriendo su interior, resultaba un lugar ideal para verter la crema caliente. Allí se dejará durante días, en los que el jabón irá endureciendo y perdiendo el agua sobrante.
Una vez solidificado, solo queda ir cortando en pequeños pedazos ese tesoro auto-fabricado para ser utilizado en la colada en el río o para lavarse el cuerpo. Tarea que requería gran fuerza, porque las piezas obtenidas en bruto eran de gran grosor y dureza importante.
Si bien la sosa por sí misma es bastante tóxica, la reacción que se produce en el proceso de fabricar el jabón nos da como resultado glicerina. Todos sabemos que los jabones de glicerina tienen fama de cuidar la piel. Cuanto más tiempo se dejara envejecer el jabón, mejores propiedades adquiría y menor era su toxicidad.Jabón de sosa artesanal.
Cabe decir también de este jabón que resultaba y resulta bastante ecológico. No quiere decirse que no contamine el agua, que la contamina, pero reciclamos productos grasientos que de otra manera en muchas ocasiones se vierten al fregadero de una sola vez (aceite sobrante de una fritada, por ejemplo) y también evitamos comprar otros tipos de jabones industriales, evitando que se fabriquen más y más cada vez, jabones que suelen llevar en sus composiciones muchos más productos químicos que el artesanal y mucho más contaminantes que éste. Otro detalle es, que si se raya se puede utilizar incluso para lavar la ropa en la lavadora. Hoy en día existen muchas tiendas especializadas en la venta de jabones "artesanales" con aromas y composiciones de todo tipo.
 
 
   
 

Índice faenas y oficios perdidos.