Saldremos del pueblo por la
pista de tierra o por la carretera asfaltada que lleva a Valdanzo.
Es indistinto, ya que esta fuente o manantial, en forma de hoya una vez más, se
encuentra en la chopera que se halla limitada por ambos caminos.
En dicha chopera nacen
innumerables manantiales, anteriormente cuidados y accesibles, lamentablemente
hoy día, la vegetación medio salvaje impide observar y acercarse a muchos de
ellos. Sin embargo, aún podemos acercarnos al nacimiento de la Fuente
del Prado. Este lugar y esta fuente tienen una belleza especial.
Si llegamos a su cabecera
resulta hermoso contemplar los gorgoritos del agua al salir, aunque esta fuente
resulta también muy hermosa en su recorrido en forma de arroyo.
El agua discurre flanqueada
por entre bellos chopos, que lo son en
cualesquiera de las estaciones del año, junto a la hojarasca abundante, entre
troncos yermos repletos de setas de chopo o de otras clases susceptibles de
alimentarse de la madera muerta. La paz que se respira junto al agua es
infinita.
En otros tiempos, los
animales que tiraban del trillo en las cercanas
eras, acudían a la Fuente
del Prado para saciar en sus aguas la sed. Es una pena no poder
disfrutar en mayor medida de esta zona por el abandono. Lo mejor que podemos
hacer en este lugar es precisamente no hacer nada, tan solo contemplar y
respirar. Oiremos con nitidez todo tipo de aves y estaremos acompañados por el
fluir del agua y sus cantos. Cuanto más quietos y más en silencio
permanezcamos en este lugar, apreciaremos con mayor nitidez y placer el pequeño
murmullo que produce el transcurrir del agua, más se acercarán las aves y más
alto cantarán, más nos fijaremos en cuanta vegetación nos rodea. La Fuente
del Prado puede hacer disfrutar a la mayoría de nuestros sentidos.
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