Salimos del pueblo por la
carretera de tierra en dirección Noroeste. Cuando llegamos a la bifurcación
seguimos por nuestra izquierda, vamos bordeando a nuestra izquierda el monte y a
nuestra derecha se extienden tierras de cultivo. Vamos en dirección al Ojo,
a la Tejera y a la
Costanilla, pero esta vez nuestro camino acaba mucho antes.
Nada más acabar la primera
tierra labrada empieza el Recuenco.
Enseguida podemos ver el agua que viene del Ojo,
desde la pista de tierra que conduce a Languilla
(Segovia) es lo más llamativo. Pero quien lo desconoce pasa sin
advertir que en este punto el caudal aumenta de un modo importante. Una vez
más, los manantiales en forma de hoya surgen en una pequeñísima parcela de
terreno, en un número aproximado de cinco.
La mayoría están junto al
lecho del río, no más lejos de un par de metros, algunos resultan
hermosísimos, todos ellos colmados de un agua cristalina sin par.
A veces, nace aquí otro
arroyo. Un poco más allá que el arroyo que lleva el agua del Ojo,
nace en otra hoya, ésta mucho más grande en extensión y alimentada por
múltiples y pequeños, incluso diminutos, ojos. Este arroyo continúa durante
un trecho en paralelo hasta sumarse a las aguas del Ojo
y del Recuenco.
Aún nace aquí más agua.
Una vez más el arado ha querido jugar en contra
de la naturaleza y una tierra que siempre había sido respetada como prado ha
sido arada. Este prado se respetaba entre otras cosas por el hecho de que en
años de lluvias intensas, se convertía en otra hoya por la que brotaba el
agua. Ya no es un prado pero sigue sucediendo lo comentado como podéis
comprobar
por la fotografía.
En el
Recuenco se amontonan múltiples latas vacías, bien de aceite, bien
de pesticidas, bien de fertilizantes. Algunos sacadas por quien suscribe del
mismo lecho del río. Cuando mana este antiguo prado, el agua viene a pasar por
esta montonera de latas. Cuesta creer que resulte tan problemático para quien
las utiliza, llevárselas después de vuelta tras utilizarlas y tirarlas en la
basura. También se han abandonado aquí montoneras de estiércol. Basta darse
una vuelta por la página de reflexiones
para comprender cuánto mal se hace con estas actuaciones. Sin
duda, el Recuenco es un lugar maravilloso.
Un "colador" en la red de aguas subterráneas que recorre el subsuelo
de Valdanzuelo o el desagüe natural de la
capa freática, un lugar donde contemplar
hermosos atardeceres, un lugar donde sentarse en verano a cenar cualquier cosa
mientras el frescor del agua nos arrulla, si es que el año fue generoso en
lluvias y los "ahorros" dan para el estío.
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