El
plumbismo
es,
dicho de una manera sencilla y rápida, el envenenamiento producido por
la ingestión de plomo. Claro, que así expresado, induce a uno a preguntarse qué
tiene que ver esto del plumbismo con el pueblo que nos
ocupa.
Valdanzuelo
es un coto de caza. La poca presión de población humana, se traduce en
una abundancia de especies cinegéticas que pululan por los alrededores
del pueblo. Los cazadores descargan sus escopetas por doquier en época
de veda abierta.
Hay otro tipo de
municiones, pero todo el mundo utiliza los cartuchos de plomo. Cada uno
de estos cartuchos suele acomodar en su interior unos
30
gramos de este metal pesado, repartidos en
250
perdigones. Es decir; bastan 33
disparos para dispersar por campos de cultivo, arroyos,
encinares... la cantidad de 1 kilogramo de
plomo.
El plomo se degrada
y diluye con el agua por ejemplo. Desde muy antiguo y durante mucho
tiempo, se utilizó el plomo por su baja temperatura de fusión, para la
canalización del agua corriente. Ello fue hasta que se descubrió que
causaba el envenenamiento lento de quien bebía de aquellas cañerías.
Las aves no tienen
dientes, mastican con la molleja, un apartado musculoso de su aparato
digestivo responsable de triturar el alimento, el grano por ejemplo. Sin
embargo, la molleja no puede realizar el trabajo por sí misma. Las aves
ingieren piedrecillas que alojan en la molleja y sirven para
"masticar" el grano. Cuando abundan los perdigones, las aves
confunden estos perdigones con piedrecillas útiles para triturar la
comida y las ingieren.
Enseguida empiezan
los síntomas, antes incluso de las tres semanas siguientes. La muerte
está asegurada, pero previamente el animal perderá fuerza, se
aletargará, tendrá diarreas con un característico color verde
azulado, será presa fácil de sus depredadores o será devorado una vez
muerto por los carroñeros. El plomo entra en la cadena trófica (cadena
alimentaria en la que los animales van devorándose sucesivamente para
alimentarse).
No solo se va a
envenenar el ave que ingirió el plomo, sino el depredador que lo cazó
y el buitre que limpió su cadáver. Aún es más; la inmensa mayoría
de las veces, el ave que ingiere el plomo es una especie cinegética
(donde más plomo hay es donde estas especies son cazadas, que serán
sus comederos o bebederos habituales) que puede ser perfectamente
abatida por un cazador antes de mostrar los síntomas, y que alegremente
toda la familia comerá después, niños incluidos, como algo exquisito.
El plomo quedará
degradándose y soltando veneno lentamente en arroyos durante años y
años. También sobre campos de cultivo, diluyéndose en los nutrientes
que los cereales toman del suelo para crecer o en campo abierto, donde
hasta desaparecer pueden irse desintegrando alcanzando las capas
freáticas, las corrientes subterráneas que nutren manantiales y pozos
de los que bebemos. No olvidemos que Valdanzuelo se asienta en un suelo
calizo, permeable, y más que probablemente horadado bajo la superficie,
por múltiples canalizaciones de agua subterránea. Si se asoman a la
Costanilla,
decenas de cartuchos flanquean los accesos a esta fuente, repartidos por
el suelo en bonitos y discretos colores verde, azul, rojo, blanco... Ni
siquiera se preocupan de recogerlos y son allí abandonados. Es de
imaginar que varios kilos de plomo se alojan entre los árboles y el
suelo, soltando su plomiza carga durante trescientos
años...
Si alguien piensa
que estas afirmaciones son exageradas, no tiene más que teclear
plumbismo
en cualquier buscador de Internet y comprobar información y datos
existentes sobre el tema. Ya existen humedales y lechos de ríos
atestados de plomo por la caza y la pesca, con miles de animales
afectados aquí en España.
Solo un apunte más;
ni siquiera es necesario dejar de cazar, no es necesario entrar
en el debate de caza sí o caza no, solo es
necesario cambiar de munición, pues la hay que no lleva
plomo en su interior.