La
estricnina
es
sin duda, el más común de los venenos utilizados en la naturaleza para
deshacerse de los "animales molestos". Su uso fue
ciertamente habitual hasta su completa prohibición mediante
directiva
europea, desarrollada posteriormente en la
Ley 4/89 de Conservación de
los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres, mediante Reales
Decretos. En concreto, el Real Decreto 1997/1995 de 7 de
Diciembre,
enumera los medios y métodos de captura que quedan prohibidos, estando
la estricnina entre ellos. Su prohibición ha reducido su uso, aunque se
sospecha de la existencia de cierto mercado negro que facilite su
compra.
No obstante, su uso está tipificado como delito, estableciendo el
código penal de 1995 (Art. 336) una pena de prisión de seis meses a
dos años. Se halla penado no solo cazar o pescar animales prohibidos,
sino utilizar métodos prohibidos por la ley para cazar o pescar.
El motivo principal
de que fuera prohibido su uso, radica en el hecho de que tanto la
estricnina,
como muchos otros venenos utilizados en la naturaleza, resultan
indiscriminados y masivos.
¿Qué
hacer si encontramos un animal
cuyo estado indica que ha sido
envenenado? Estamos ante un presunto delito, hemos de avisar al
SEPRONA, que es el
Servicio de Protección de la
Naturaleza del Guardia Civil. Al menos debemos avisar al
062 y que sean ellos (la Guardia Civil) quienes levanten
el cadáver y realicen un atestado.
No moveremos el
cadáver hasta que sean ellos quienes lo retiren.
Habitualmente se revisarán los alrededores en busca de
otros cadáveres o cebos y se realizarán fotografías
antes de retirar el animal. |
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El fin habitual de
abandonar cebos envenenados en la naturaleza es el de
"preservar" las especies cinegéticas en los cotos de caza,
sobre todo menor. Especialmente en épocas previas a la suelta de
conejos o perdices por ejemplo, que sirvan para repoblar el coto de lo
que más tarde se constituirá en "población diana". Va
dirigido a matar zorros o perros silvestres, conocidos como cimarrones.
También se utiliza
en ocasiones, no por parte de cazadores sino de agricultores, contra
jabalíes o ciervos que bajan del monte cerrado en busca de alimento y
esquilman la cosecha.
El problema es que
los cebos abandonados en el campo (bolas de carne, sebo, vísceras,
animales muertos rociados o inyectados o huevos inyectados) están a
merced de cualquier predador o de cualquier animal susceptible de
encontrar en ellos un apetitoso pero mortal bocado.
Un ejemplo inmediato
lo encontramos en los perros domésticos, de los que en
Valdanzuelo
ya ha habido varios casos.
Aunque ese, incluso
siendo un problema grave, no es el más grave. Lo realmente preocupante
es que estos venenos pasan a formar parte de la cadena trófica. Es
decir, de la cadena de alimentos. Un cadáver envenenado servirá de
alimento a multitud de especies, entre ellas muchas protegidas, y todos
esos animales que se alimenten del cadáver de un animal envenenado
morirán también envenenados y así sucesivamente. La cadena se
detendrá solo cuando la concentración de veneno en el cadáver sea lo
suficientemente baja como para no causar la muerte de quien se alimenta
de él, aunque sí puede afectar gravemente a su capacidad reproductora.
La
estricnina es un
alcaloide de la
nuez vómica y de otras especies del género
Strychnos. En altas dosis produce una gran
estimulación de todo el
sistema nervioso central, agitación, dificultad para
respirar, orina oscura y convulsiones, pudiendo llevar a
un fallo respiratorio y la
muerte cerebral. En dosis mayores de 25
miligramos puede producir la muerte por
asfixia debido a la contractura de los
músculos
torácicos. La
dosis letal es de 15 a 30 mg. Las manifestaciones
clínicas aparecen de 10 a 30 minutos después de haberlo
ingerido.
La estricnina es un antagonista del
aminoácido
glicina,
neurotransmisor de las células de renshaw. Al evitar
la inhibición sobre las motoneuronas por parte de las
células de renshaw, la estricnina produce
hipercontracción muscular. Al inmovilizar el músculo del
diafragma el individuo muere por asfixia.
(Extraído de
wikipedia)
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El uso de
venenos es
en Castilla y León una auténtica
plaga. Algunas de las especies que ven asediada su población e incluso
en grave riesgo de desaparición, entre otras causas muy notablemente
por el veneno son; el quebrantahuesos, el alimoche, el milano real, el
buitre negro y el leonado, el águila imperial ibérica, los córvidos,
el jabalí...
También, ante la
dificultad de conseguir otros venenos, en algunos lugares y ocasiones se
han utilizando productos fitosanitarios (pesticidas), desviándolos de
su uso programado en cultivos para diluir en agua y en grandes cantidades de
terreno, hacia el de rociar o inyectar cebos en dosis muy
concentradas.
Realmente es igual,
lo importante es erradicar una práctica muy agresiva con el medio
ambiente. Un método de matar que no distingue en absoluto ni a
quién, ni a cuántos.