En este
sendero nos adentramos en el monte y salvo si nos cruzamos con
algún animal, será difícil encontrar otra compañía. No es
imposible, dado que en estos llanos también tenemos tierras
cultivadas y las pistas construidas para el acceso de tractores
y cosechadoras, son utilizadas en alguna ocasión por todo
terrenos que atraviesan por ellos para evitar trayectos más
largos. La norma general será sin embargo, una soledad absoluta
y si no nos salimos del camino, una visión reducida por culpa
de un encinar frondoso.
Hay que seguir las
indicaciones precisas para ir a las fuentes de la
Antillera. Seguiremos este camino de tierra, visitando o no, según nuestro
gusto, los manantiales. Aparecerá algún desvío a la derecha,
son caminos que suben hacia las tierras cultivadas en el llano.
Nosotros seguiremos hasta donde el camino no continúa ya por el
valle y gira a a la derecha en ascenso por una pista pedregosa y
polvorienta.
Antes no obstante, de
iniciar el ascenso, podemos disfrutar de este recorrido previo
llano. Si es temprano por la mañana o ya caído el sol, basta
permanecer quietos y un mínimo en silencio para ver aparecer
los corzos que vienen a pastar por estos lares. El trasiego es
constante; monte arriba y monte abajo, atravesando de un valle a
otro, pero siempre en un movimiento incesante. También es lugar
donde poder escuchar a las inquietas aves, volando de una encina
a otra y cantando constantemente.
Finalmente llegamos al
ascenso, no es una pendiente exagerada ni demasiado larga, por
lo que la llevaremos con dignidad aunque no estemos muy entrenados. En el llano existe un camino principal y muchos
desvíos a izquierda y derecha. Nosotros hemos de seguir el
camino principal y en caso de duda hacia la derecha, pero nunca
hacia la izquierda o nos adentraremos en el monte. Aquí tenemos
encinas o chaparras como dicen por aquí, muy bajas y bastante
abundantes, lo que limitará nuestro campo de visión. Si a la
derecha damos con un campo de cereal, entonces debemos seguir
por el camino que dejamos. Este campo de cereal se sitúa en el
llano de las Mochas.
A partir de aquí todo el
camino transcurre por entre encinas y algún que otro enebro,
árboles muy próximos unos a otros que dan una espesura cercana
a la claustrofobia. Quien sea aficionado a los minerales, puede
contemplar por este camino un tipo especial de piedra negra muy
pesada que contrasta fuertemente con el resto de piedras y del
terreno blanquecino. Si alguien conoce qué tipo de mineral es,
que nos escriba con su explicación.
Si estamos atentos
también podemos observar a la vera del camino, iniciales
escritas con piedras formando letras. Son las denominadas
"suertes" del monte. Cuando se vivía de la tierra
hasta el monte se hallaba dividido en pedazos, probablemente la
función principal de estas suertes fuera la de proveer de leña
las casas durante el frío y largo invierno castellano.
Así nos vamos acercando
a la zona del llano conocida como las
Piñuelas. Si observamos a nuestra derecha veremos
pronto las ruinas de un antiguo corral para guardar las ovejas.
Podemos descansar aquí para hacer una visita e imaginar a los
pastores recorriendo estos lugares en invierno o verano, con luz
o sin ella para llevar y traer al ganado.
También a nuestra
derecha y avanzando, veremos pronto el otro lado del monte que
se alza formando el valle donde se sitúa Valdanzuelo. Si nos asomamos veremos la carretera
asfaltada que se dirige hacia Cenegro y el camino de la
Antillera que cogimos al principio. Si aguzamos la
vista, al fondo podremos ver los coches que cruzan la
nacional 110, camino del desvío de Cenegro
y camino de Ayllón o de
San Esteban de Gormaz.
Siguiendo la ruta pronto
llegaremos al borde del monte donde el camino inicia su rápida
bajada hacia el pueblo. En este lugar podemos contemplar una
curiosa y hermosa vista del pueblo, tras detenernos a admirarla
cuanto estimemos oportuno, habremos de alinearnos en fila de a uno
porque el sendero se estrecha, cerrándose la vegetación sobre
nosotros. Cuando se abra ya tendremos el pueblo a la vista, el
cementerio y Bartolín a
nuestra izquierda y a la derecha Valdanzuelo,
con la elevada y cercana silueta del depósito de agua.
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