En este
recorrido de nuevo nos introducimos por uno de los valles
estrechos y solitarios de Valdanzuelo.
No son, excepto
al final, grandes paisajes pero sí peculiares y muy concretos.
Es decir; únicos. Los veremos aquí y poco más y por eso, por
su exclusividad, merece la pena disfrutarlos.
Nuestro paseo comienza
saliendo por la pista de tierra que va hacia Languilla.
La primera parte del trayecto coincide con la ruta
del agua y podemos disfrutar de este tramo si
así lo deseamos. El camino coincide hasta justo llegar a la
bifurcación que hacia a la derecha, nos lleva a la Quintanilla.
En esta ocasión seguiremos rectos, dejando la chopera a nuestra
derecha. Nada más dejar atrás estos chopos, estamos ya en el
valle que nos llevará a Valdeperal.
Actualmente, de lo que
fue o pudo ser Valdeperal,
tan solo queda una ermita o pequeña iglesia en ruinas.
Seguramente fue un pueblo habitado en su momento, pero lo que
pudieron ser sus calles y plazas, están hoy aradas y sembradas
y solo las piedras labradas, ladrillos y monedas encontradas,
dan fe de que seres humanos debieron habitar estos pagos en su
día. Al respecto de por qué ya no queda población en este
lugar existe una leyenda, leyenda recurrente que es utilizada
para explicar la despoblación de otros pueblos, de los que
nadie recuerda ya cuándo quedaron abandonados.
Hubo una boda en Valdeperal,
los novios invitaron a la celebración a todo el pueblo, excepto
a una anciana solitaria con fama de bruja. El día de la
celebración, la anciana despechada por ser la única no
invitada, elaboró un brebaje con el que envenenó el pozo del
agua del que todo Valdeperal bebía.
Así, murieron todos menos la vieja, quedando el pueblo
deshabitado.
También cuenta la
leyenda, que una de las campanas de la parroquia de
San
Bartolomé procede de la ermita en ruinas de Valdeperal.
Lo que sí es cierto, es
que la vida en este llano debía de ser dura. El pueblo que se
levantó, se hallaría a una altura cercana a los mil metros,
completamente desprotegido de viento, lluvia y sol, con lo que
todos los elementos lo azotaron a su antojo. Apoyado en las
recias paredes de la ermita, no puedo uno evitar ver las calles
y los rebajes en el terreno de forma cuadrada, que tal vez
fueron las casas que hoy han desaparecido, aunque la mayoría
del terreno esté sembrado e imaginar a aquellos hombres y
mujeres protegiéndose de los elementos. Este llano también
recibe el nombre de El Páramo,
rica tierra de cultivo para cereales desde tiempo inmemorial.
Tanto El Páramo como la Ermita
de Valdeperal
pasan la frontera provincial y se hallan por muy poco en tierras
segovianas.
Como ocurre en tantos
sitios, quién sabe cuántas piedras salieron de aquí para
levantar casas en Valdanzuelo
o Languilla, porque excepto
las de la Ermita, tal vez
respetadas por su sagrada condición, no se ven demasiadas para
haber habido una población, aunque recogidas en montoneras.
Seguramente se limpiaron para cultivar después el terreno.
Una vez dejados atrás
los chopos seguiremos el camino de tierra sin hacer caso de
desvíos que conducen a tierras de labor, de hecho apenas
adentrados en el sendero tenemos a nuestra izquierda un desvío,
éste nos lleva por el barranco de Valdecuadrajón
hasta el llano de Valdeperal, hasta el Páramo,
e incluso hasta la Ermita, pero bastante más alejados. Solo cuando el camino
asciende hallaremos una bifurcación realmente importante,
porque aunque no lo veamos estamos ya en Valdeperal.
Si seguimos por el lado derecho, ascenderemos al llano y
tendremos la Ermita a nuestra izquierda. Nosotros subiremos por
el lado izquierdo y así observaremos unos pilones con agua para
que el ganado abreve.
Unos metros más arriba,
por tradición y por cambiar sustancialmente la vegetación, era
donde se situaba el pozo de agua del que bebía Valdeperal.
Hace unos años se decidió buscar ese agua en este lugar y
realmente apareció al poco de profundizar. Es de ese antiguo
pozo del que se nutren estos pilones, en cuanto lo veamos
sabremos por ese cambio de vegetación, de qué lugar estamos
hablando. A nuestra derecha quedará la Ermita si hemos escogido
este
desvío de los pilones.
Arriba la vista es
preciosa, al fondo vemos la misma sierra que desde
la Peña del
Buitre, la Sierra de
Ayllón, pero mucho más cercana y mucho más de
frente. También podemos ver la Peña del Buitre y un extenso
llano que contemplar. Si venimos de la ciudad esta extensión de
terreno puede resultarnos ciertamente chocante. Acostumbrados a
estar rodeados de edificios y chocando nuestros ojos siempre con
algo cercano, tenemos de pronto una amplitud de visión que
incluso puede resultar un tanto inquietante en principio por la
sensación de desamparo que produce, pero relajante en cuanto
nos acostumbramos tras un rato contemplando el hermoso cielo
abierto.
Si hemos decidido hacer el camino a la
tarde, podemos ver aquí la puesta del sol, tenemos tiempo de
sobra hasta que desaparece la luz y se haga noche cerrada de regresar a
Valdanzuelo. La puesta de
sol es aquí la más espectacular de las que podemos contemplar
en todos los alrededores de Valdanzuelo.
Hay otras igualmente hermosas, como desde la
Cercona o en el Recuenco...
pero aquí es como contemplarla en cinemascope.
Para regresar podemos
elegir por volver por donde vinimos, pero si somos atrevidos y
con buen sentido de la orientación o vamos con alguien que nos
guíe, una buena opción es la de atravesar el llano e ir a
parar a la Tejera
para volver desde aquí. En este caso no es recomendable esperar
al atardecer... por si acaso. O buscar el camino que nos
llevará hasta el hermoso y amplio Barranco
de la Camella que enlaza rápidamente con el camino
de la Tejera.
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