Hemos dejado atrás
El
Recuenco, también
El Ojo y un poco más adelante, a mano derecha, sale otro camino hacia
el monte entre dos tierras cultivadas, resulta casi increíble ver que dicho
camino aún no ha sido arado, pero gracias a que sigue ahí podemos acceder a
La
Tejera, dejando a nuestra derecha un antiguo
colmenar con paredes de adobe. También mencionamos este lugar en el
apartado de senderos, precisamente en el sendero de
la
Cruz.
Este es un lugar
habitualmente solitario, resulta especial, un remanso de tranquilidad en el que
sentarse y disfrutar de la naturaleza, si me apuran puede resultar hasta
siniestro; su soledad, esos árboles secos, el colmenar en ruinas... Únicamente de vez en cuando su paz se
turba con alguno de los animales que acude a abrevar, incluido el rebaño de
ovejas de Valdanzuelo (si es que a eso puede llamarse turbar la paz), a tal
efecto se construyeron una serie de pilones que se nutren de uno de los
manantiales de La Tejera adecuadamente
canalizado.
La Tejera tampoco se ha
secado nunca por completo y constituye un conjunto de fuentes más que curioso. Se sitúan en
el monte a media altura y a pesar de brotar el agua por más de un lugar, no
forman jamás el cauce suficiente como para formar un arroyo, sino que
cualquiera de estos manantiales, unos cinco aproximadamente, desaparece unos
metros más abajo, filtrándose al subsuelo. Adquieren estos manantiales muy
diversas formas.
Algunos
simplemente destilan agua gota a gota por la pared y forman una especie
de charca de agua estancada, otros son una
pequeña oquedad en medio de la ladera del
monte por la que brota un pequeño, constante y cristalino chorro y otros son un
agujero bajo una raíz o simplemente en el suelo, pero todos
desaparecen engullidos en menos de 10 metros. De hecho, uno puede ponerse desde
abajo y vislumbrar perfectamente la fuente, pero no llegar ni una gota de agua
hasta donde estamos. Sin duda, la naturaleza caliza del terreno ayuda a ello. Da
la impresión de que la capa freática del terreno hubiera sufrido un tajo
violento en este barranco y que brotara por ella el agua como la sangre lo hace
por una herida. Según nos adentramos en el barranco de frente
encontramos los
pilones, un manantial que surge en la misma cabecera de este barranco, pero a la
derecha de estos pilones surgen los diversos manantiales, hasta que el último
escondido bajo unas encinas queda a la izquierda del pilón.
Justo enfrente de estos
manantiales se encuentra La
Costanilla, al lado contrario de la pista de tierra
que va hasta Languilla (Segovia).