Si salimos desde la plaza del pueblo,
cogeremos la cuesta que sube hacia las últimas casas. Antes de
sobrepasarlas torceremos nuestros pasos hacia la derecha, veremos una
antigua era y sobre ella parte el camino que va hacia la
Cruz o el Calvario, como lo
llaman otros.
El camino se halla ciertamente
deteriorado y muy perdido en algunos tramos por su nulo mantenimiento. Las
aliagas (o aulagas) han crecido libremente y otras plantas no tan incisivas pero
molestas también. Así que hasta llegar al llano de la
Cruz nos vemos en la obligación de ir sorteando esta
vegetación que iremos hallando.
El nombre lo recibe de tener
instalado en el llano una cruz, realmente dos. Una es la más antigua que
por su deterioro se está cayendo y por ese deterioro una más reciente,
instalada a pocos metros. En su día, el pueblo recorría en procesión
este camino rememorando el que Cristo hizo con la cruz a cuestas hacia el
Calvario, también se efectuaba desde aquí la bendición de los campos en
los cuatro direcciones para que la tierra diera frutos.
El
camino llega a su punto más alto, a nuestra derecha queda la
Cruz, abandonamos por un momento el camino y nos adentramos en
el llano, vamos a asomarnos a la hermosa vista que se nos
abre. Aunque junto a la Cruz podemos
echar unos rezos y contemplar de frente la Peña
del Buitre. La pendiente al final del llano es muy
pronunciada, no es que corramos peligro de caernos, pero tal vez sí de
sentir un poco de vértigo. Es habitual que el aire sople con fuerza en
este lugar.
A nuestra izquierda contemplamos el
valle y el camino que va hacia Languilla
pasando por el Recuenco,
el cual tenemos justo de frente, con sus múltiples hoyas, el Ojo,
la Tejera, la
Costanilla...
A nuestra derecha el valle se abre, vemos la arboleda tras la que se
esconde la Quintanilla
y la carretera que va a Valdanzo.
Sentémonos aquí por unos instantes, olvidemos las prisas y el ruido, tan
solo disfrutemos.
Volveremos al camino. Observemos la
curiosa forma de las piedras que hay en el lecho del sendero, redondeadas
como si fueran cantos rodados, como si hubieran sido desgastados por el
agua. Quizá en su día este monte estuvo bajo el mar... Conjeturas aparte
seguimos nuestro camino, con cuidado por las ya comentadas zonas en las
que la erosión del agua de lluvia ha creado barranqueras y escorrentías
que se han llevado el sendero por delante.
No será difícil en este camino
encontrar alguna liebre u otro animal. Vamos bajando poco a poco hacia la
pista que surca el valle. En el tramo final, las encinas se empeñan en
ocultar dicha pista pero llegaremos.
Una vez en el camino seguiremos
nuestro andar hasta llegar al Ojo.
La señal inequívoca de dicha hoya la constituye por el momento el par de
chopos que se alzan muy próximos a él. Nos asomaremos a verlo y
disfrutar por unos instantes de su mágica imagen. En la foto de la derecha
vemos el agua que llega ya manando del mismo suelo antes de la "pupila"
principal. Arriba a la derecha nos queda aún manantiales que recorrer así
que retomaremos el camino y
continuaremos hacia la Tejera.
A nuestra derecha existe un camino
que se adentra hacia el monte entre dos campos de labor. A la derecha
dejamos el colmenar en ruinas y entramos de lleno en este solitario
barranco atiborrado de fuentes que pierden su agua en apenas unos metros.
Si volvemos de la Tejera
a la pista de tierra hallaremos de frente el sendero que nos lleva a la
Costanilla. Tiene su
dificultad como se comenta en la página de dicha fuente, hallar la ruta,
pero merece la pena buscarla. Disfrutar de otro rato sentados allí es
gratificante.
Desde aquí nos encaminaremos ya de
vuelta, continuando por la pista de tierra en sentido contrario, dejaremos
el Ojo
esta vez a la izquierda y un poco más adelante llegaremos al Recuenco.
A pocos metros del camino pasa el cauce del Ojo
y vemos pronto todos los manantiales que se esconden en el
suelo, todas las hoyas que nacen y vierten en apenas unos metros su
caudal. Arriba a nuestra derecha queda el mirador por el que nos asomamos
al principio del trayecto. En el Recuenco podemos admirar unos atardeceres
maravillosos, gracias a que el sol queda enmarcado por los chopos cuando
empieza a rozar el suelo.
Ya solo resta regresar,
coincidiendo esta parte del camino con la primera de la ruta
del agua, así que si lo deseamos podemos admirar para
terminar las mismas fuentes.
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