Sin duda, este
recorrido es junto con el camino de la Cruz,
el que mejores vistas nos ofrece, probablemente sean incluso más
espectaculares las que nos aporta la Peña del
Buitre.
Partimos a la salida del pueblo
por la carretera asfaltada en dirección a Cenegro,
dejaremos los establos de las ovejas a nuestra izquierda. Si nuestro
deseo es abandonar pronto el asfalto, enseguida veremos las antiguas
casetas o cobertizos de adobe y piedra construidos junto a tierras de
labor y eras en las que se trillaba. Entre ellas surge un camino,
siempre a nuestra izquierda. Llegaremos por él a la Solana de Abajo.
Tierras anteriormente cultivadas y hoy abandonadas, en las que
rápidamente ha crecido la vegetación silvestre.
Lo tomamos para ir ascendiendo
ligeramente hacia el interior de un barranco que cada vez se cierra más
y se vuelve más vertical. Deberemos estar atentos para retomar el
sendero por el lado izquierdo del barranco. Debido al poco tránsito que
soporta, nos puede costar encontrar el comienzo de este sendero, aunque
una vez tomado ya no tiene pérdida. Esta será la parte más dura del
recorrido, se asciende deprisa y en poco tramo de camino, sin embargo,
tenemos tiempo.
Una vez
arriba en el llano,
podemos detenernos a descansar. Ya se ha terminado la dificultad, a
partir de este punto ya solo nos queda llanear o bajar. La vista es ya
magnífica; de frente a nuestra derecha la
Cruz, a nuestra izquierda el
Manadero, detrás del Manadero y al fondo, la Sierra de
Ayllón, la
Pinilla... en ocasiones con la nieve coronando sus cumbres.
En el llano nos encontramos
también con una sorpresa; está labrado. No alcanza uno muy bien a
explicarse cómo suben hasta allí las máquinas para labrar y cosechar
pero lo hacen. Evidentemente no suben por donde lo hacemos nosotros,
sino que han de acercarse casi hasta Valdanzo,
para luego girar hacia Miño de San Esteban
y "atacar" la subida por la "parte de atrás" del llano, a través de un
barranco no exento de belleza. Es un llano hermoso, caminaremos bordeando el monte y
manteniendo a nuestra izquierda una bella estampa de Valdanzuelo.
A nuestra derecha pronto
divisaremos un corral o lo que queda de él, es el corral de la
Cercona.
No podemos evitar imaginar al verlo, noches de invierno, nevadas y
ventiscas, en un lugar tan elevado y expuesto como aquél y dormir
allí... A la izquierda vemos Valdanzuelo
desde lo alto.
Seguimos caminando, el aspecto de
este llano cambia notablemente a lo largo del año, pero mantiene su
encanto en todas las estaciones, de un modo u otro su solitaria belleza,
quieta y pacífica nos apacigua el ánimo.
Llegaremos así poco a poco a la Peña
del Buitre, a nuestra izquierda veremos el camino que baja ya
hacia el pueblo, pero pasaremos de largo para llegar a las rocas calizas
que forman esta silueta tan característica para los lugareños. Con
cuidado podemos recorrerla por la parte superior y bajar después para
contemplarla desde otra perspectiva y visitar sus oquedades. Seamos
respetuosos, a veces aves anidan aquí y podemos provocar que abandonen
el nido. En esta zona hay abundantes formaciones de rocas de cuarzo,
respetémoslas si las hallamos, ya han sido demasiado esquilmadas.
Conviene sentarse aquí a
contemplar el paisaje; en el llano de enfrente podemos ver corrales, las
ruinas de la Ermita de Valdeperal,
la arboleda que cruza la
Mostaza, un poco más a la derecha la
Quintanilla y si esperamos al atardecer... un
espectáculo de primera. No olvide su cámara, la luz a esas horas es
maravillosa, pruebe a hacer un retrato y quedara maravillado con el
resultado.
Ya solo nos queda bajar, en
ningún momento hemos perdido de vista Valdanzuelo,
tomaremos el camino nítido y claro y bajaremos con las imágenes
contempladas retumbando aún en nuestra cabeza.
Existe aún otra posibilidad, que
es la de recorrer el borde del monte hasta llegar a su misma punta y
admirar la vista. Es decir; habremos atravesado sucesivamente
Valdelacasa,
Solana Abajo,
Solana
del Batán, La Cercona y
La
Peña del Buitre. Si seguimos nos encaminos hacia
Carramolinos,
ya no
podemos seguir si no es girando hacia la derecha, es aquí donde la
vista recompensa con creces el esfuerzo de continuar un poco más.
Nos queda Escuernacabras y un poco más
allá Valdelamín.
De frente tenemos las Hoyas,
la Quintanilla,
a nuestra derecha vemos la caseta de la Bemberrosa y más al fondo pero
muy nítido Valdanzo. Disponemos de
una vista excepcional de todo el valle donde se aloja Valdanzuelo,
con el
Manadero al fondo y la espadaña de su Iglesia
silueteada. Vemos también el valle donde se aloja el
Recuenco. Si decidimos bajar por la ladera quizá demos
con una fuente poco visitada y poco conocida, de hecho no tiene un
nombre concreto, situada en medio de la ladera del monte su chorro se
oculta entre abundante hierba y solo apartando ésta podremos ver el
agua cristalina. Llamémosla fuente de
Carramolinos. Se distingue a lo lejos,
desde la carretera por ejemplo, por ocupar una mancha verde en medio de la ladera de un monte
relativamente seco.