Una
ligera brisa hace bailar las hojas de los álamos temblones. Es un día
tibio de otoño que viste de amarillo la chopera y de azul el cielo. Los
escaramujos cierran una sinfonía de color hermosísima. El paseo es un
placer sin igual.
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De
nuevo los escaramujos dando color a la composición. Los chopos aún no
han perdido el color de las hojas y contrasta su verde con el rojo
intenso. En las cercanías del
Recuenco.
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El
verano ha dado sus últimos estertores. Aún permanecen en el campo los
tallos resecos de los cereales segados. El otoño empieza a adentrarse y
las nubes y sus formas atascadas en la sierra, son un primer aviso de lo
que está por llegar.
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Recién
amanece en Valdanzuelo. Una neblina otoñal, cercana al puente de Todos
los Santos, saluda la mañana. El suelo recoge el rocío y el sol lo
hace brillar. Desde el alto de la Iglesia, la llegada al pueblo ofrece
esta bucólica perspectiva.
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Si
hay algo característico del otoño es la caída de la hoja. Los bosques
se tiñen en esta época de hermosos colores, tan vistosos como en
primavera. Aquí tenemos una bella combinación en el suelo de la
chopera.
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El
suelo queda tamizado de una colorida alfombra. Es solo muerte temporal.
Las hojas se corromperán formando el humus que colmarán la tierra de
nutrientes y facilitando la "resurrección" de cada primavera.
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Y
aparte de la caída de la hoja ¿qué es lo más típico del otoño?
pues las setas claro. La de la foto es un ejemplar que vive sobre
troncos en descomposición y que acaba teniendo la dureza de la propia
madera cuando se seca.
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Más
hojas. La mayoría de árboles dentro de la chopera de Valdanzuelo secan
sus hojas en amarillo, pero hay unos cuantos álamos que lo hacen
pasando por el naranja, mezclando verde y amarillo, en marrón y unos
pocos en este rojo intenso.
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