Aunque el agua ya viene de unos metros más arriba, es bajo estas piedras donde surge el mayor aporte de caudal
Saldremos por la pista de tierra dejando a nuestra derecha la Fuente Vieja. A nuestra derecha queda la chopera y bordeándola, el lecho de la Mostaza. En este trayecto recoge no pocos manantiales, hasta llegar al lugar donde el camino se divide en dos. A la derecha continuamos hacia la Quintanilla, pero si giramos hacia la izquierda encontraremos pronto el Recuenco a nuestra derecha.
Nuestro camino continúa. Hasta hace poco, dos chopos casi idénticos nos anunciaban el lugar donde se sitúa el Ojo, pero uno de ellos fue víctima de un rayo según parece, dejando el tronco yacente sobre el lugar y un solitario árbol como inequívoca señal del lugar donde se sitúa esta hoya.
No estamos lejos de Valdanzuelo, pero la soledad aquí ya es rotunda.
Debido a la fuerza del agua y al caudal, a la vegetación que crece... El aspecto y disposición de las piedras va variando.
Si la vegetación no lo impide, busca el punto donde el arroyo se amplía. Procede con precaución, ya que el agua surge de forma abundante y el terreno está saturado y embarrado. Presta atención a dónde pisas.
Cuando localizas el punto verás que de entre esas rocas brota el agua con fuerza y, en épocas de gran caudal, surge un borbotón notable en la superficie del agua, fácil de apreciar a simple vista.
Sería ideal poder contar con un margen de 1 metro a cada lado del arroyo y disponer de un sendero con una valla de madera que permitiera pasear junto al agua. Disfrutar así de esta riqueza sería impagable.
Un abundante caudal le da importancia al Ojo en este ocasión.
Contemplar estas rocas en este punto no es fácil. Para empezar depende del régimen de lluvias, no es permanente, pero apenas brota el agua de la hoya, la vegetación surgirá del lecho y cubriéndolas por completo en un breve lapso de tiempo, quedando ocultas a la vista.
Por este motivo el Ojo, resulta visible solo por cortos periodos de tiempo. En verano, los cardos y otra áspera vegetación cubre el lugar dificultando el acceso. En invierno, puede que el lugar rezume agua por doquier y lo encharque.
Solo si el agua surge en invierno, cuando la hierba o los cardos aún no han levantado, podrás acercarte y verlo, pero date prisa. En cuestión de semanas, solo habrá un arroyo con un lecho teñido de verde y vegetación de todo tipo.
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