La cabecera de la Fuente más baja y principal de las que aparecen en la Tejera.
Saliendo de Valdanzuelo por el camino de tierra y continuando mientras dejamos a la derecha , la Fuente Vieja, el desvío de la Quintanilla, el Recuenco y el Ojo por este orden, llegamos a otro de esos recodos en la ladera del monte, donde pareciera que este se desangra lentamente.
La cantidad de agua que debe ocultarse bajo tierra en este lugar debe de ser notable. El llano queda justo unos metros arriba y cruzando este de frente, está Valdeperal y la fuente que supuestamente surtió a este poblado.
Es de suponer que todo ese llano, esa meseta que se interpone entre Valdanzuelo y la provincia de Segovia, funcione a modo de esponja con la lluvia. En la Tejera se abren algunos poros por los que el terreno deja escapar momentáneamente parte de su "tesoro". Es un espectáculo breve. Son al menos siete manantiales, algunos con cierto caudal, pero a pesar de su proximidad unos con otros, ni siquiera llegan a unirse en ningún momento.
Se deslizan durante unos metros y desaparecen engullidos de una forma casi misteriosa.
Probablemente se unen bajo tierra a otros caudales y reaparecen en el Ojo y en el Recuenco, ya visibles de una forma "definitiva".
El horno de abejas nos recibe a la entrada de la Tejera
Encontraremos la Tejera a la derecha del camino que lleva a Languilla. Poco antes de que ascienda al llano y poco antes de desvíos que surgen a otros barrancos por nuestra izquierda. Cuando nos adentramos hacia el monte encontramos a la derecha los restos de un antiguo horno de abejas, un colmenar de origen romano.
Encontramos que en la zona hay más verdor hasta que llegamos a los pilones que. durante décadas, han servido de abrevadero a los rebaños de numerosas ovejas que por esos lares pastaban. También ahora, pero en número más reducido.
Probablemente la reducción sea la culpable de que este lugar, como otros, luzca cada vez un aspecto más salvaje.
Un trol pareciera surgir de entre la tierra y las raíces de una encina en la Tejera para observarnos...
La existencia de la ganadería, modeló durante mucho tiempo el paisaje por estas tierras, de igual modo que lo hace la agricultura. La dificultad del recambio generacional y la escasez de profesionales dedicados al pastoreo, ocasionan que la naturaleza se adueñe sin compasión de lo que durante mucho tiempo no fue suyo.
De este modo, muchas de las surgencias también son devoradas por una vegetación y maleza que impide su disfrute. En la Tejera se hace muy patente. Del lugar abierto y despejado que fue, pasamos a cerrado e impenetrable, y no parece que haya ya vuelta atrás.
Una fuente con dos bocas, se esconde entre las encinas.
En cualquier caso, basta retrepar un poco la ladera del monte por encima de los pilones. Tanto a izquierda como a derecha encontramos una serie de "surtidores", que coinciden todos en la misma altura.
Probablemente los animales, han ido haciendo camino entre ellas. Es curioso que en tan corto espacio de terreno, se puedan contemplar fuentes tan diferentes entre sí.
Un agujero a media altura del que surge un chorrillo y crea un estrecho cauce, otras que se despliegan en un ancho y barroso lecho, otras que forman un charco en la salida y otras que son placas de barro húmedas que se desprenden de la ladera. Lo más curioso es que en la parte baja, el único agua que resulta visible es el acumulado en los pilones.
En definitiva es otro de esos lugares que merece la pena alcanzar de un paseo y en donde nos podamos sentar distraídamente y sin prisa. Como en la fuente vecina de la Costanilla, si permanecemos en silencio, contemplaremos el trajín de animales que acuden en este lugar a refrescarse.
Algunas de las fotos que os mostramos en la galería inferior tienen décadas de antigüedad, pero permiten contemplar con mayor nitidez los detalles de las surgencias, ahora casi cubiertas.
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